Aquella parte de la
división de Chronos no se parecía a nada de lo que había en
el resto del edificio. Incluso aunque aquel grupo actuaba en secreto
bajo los cimientos del Ministerio de Justicia, el entramado
subterráneo estaba claramente construido del mismo modo que la
superficie, con aquellas paredes de marmol blanco y el suelo rugoso.
Había columnas disgregadas por las habitaciones, y todas se habían
construido de forma circular, plana. Todas excepto la Sala del
Cubo, que era esférica, abombada tanto en el suelo como en el
techo. La otra excepción era aquella.
El pequeño santuario del
Arquitecto estaba oculto en una pared cualquiera, que iba cambiando
de sitio en las entrañas más profundas de aquel lugar. Solo Alpha
sabía localizar la sala, y no había querido compartir el secreto
con el sorprendido letrado. Allen distinguió una serie de
engranajes adornando las paredes, girando en absoluto silencio, y
supuso que aquel mecanismo era el responsable del movimiento de la
estancia secreta. Un misterio dentro de otro. Los enrevesados
recovecos de la burocracia eran algo inexplicable para el joven “D”.
También había monitores
en aquel lugar, pero de un modo muy distinto a los que controlaba
Arca en su habitación esférica. Los que rodeaban el Cubo
dorado que visualizaba el tiempo eran más parecidos a espejos que a
auténticos objetos electrónicos, de un material reflectante. Solo
eran esferas pulidas diseminadas a lo largo de la habitación. Los
que habían en esa habitación eran otro mundo completamente. Estos
tenían un aspecto más... Caotico.
Resultaba aterradoramente
fascinante seguir el movimiento de aquellos seres, si es que se les
podía dar la distinción de algo más que simples “cosas”.
Estaban animados de algún modo, y se movían de forma estrafalária,
apoyados en sus robóticas pinzas de araña. En lo que debería estar
el torso y la cara del insecto, había un objetivo, como el de una
cámara de fotos moderna. Ampliaba y reducía constantemente sus
lentes (Tres lentes, al menos, sobresalían de unos apéndices, sobre
el objetivo principal). Al cerrarse sobre unos párpados mecánicos,
parecían ojos escrutadores.
Por lo demás, un
conjunto complejo de engranajes, tubos y generadores conectaba de
forma eléctrica a aquellos seres a la vida. Algunos parecían haber
salido de una cadena de montaje, con una capa de pintura mate negra y
pulidos hasta conseguir que sus piezas brillaran. Otros, la gran
mayoría, parecían la obra de un excéntrico impresionista de arte
moderno, o de un desquiciado con un trastero inservible y mucho
tiempo libre.
Todos miraban
directamente al joven intruso, y emitían alguna suerte de zumbido
renqueante, como un enjambre. Se estaban comunicando. Lo que el
funcionario ignoraba era lo que había venido a averiguar:
Comunicando... ¿Con quién? Con cuidado, el muchacho fue caminando
por aquella habitación que parecía un poliedro de varias caras, que
cambiaba también conforme seguía su recorrido, variando entre
distintas versiones de su construcción original.
Mientras avanzaba por el
pasillo, el muchacho recurrió una vez más a su concentración
mental para levantar un escudo kinético, que serviría para detener
a los insectos mecánicos en el caso de que decidieran ponerse
agresivos. Había cerca de cuarenta o cincuenta de aquellos
engendros, de todas las formas y tamaños, y era facil pensar que sus
afiladas patas de metal podían complicarle las cosas, llegado el
momento.
-¿Asustado? -Preguntó
una voz distorsionada, desde el altavoz de una de aquellas máquinas.
-Una burbuja de protección, como un campo de fuerza. Muy
interesante. Tú debes de ser Allen. Mis Golems podrían
romper tu defensa. Bastaría con una carga PEM, una descarga
electromagnética. El problema es que se destruirían entre ellos
también, y son muy lentos de fabricar.
-Entonces diles que se
porten bien. -Replicó el joven, hablando al aire. No redujo la
fuerza de su escudo. -No vengo a causar problemas. Solo necesito...
-Ya se lo que necesitas,
“Asesino”. -La respuesta de la voz pilló desprevenido al chico
de ojos cobrizos. -No deberías sorprenderte. Arca lo ha
monitoreado todo. Y lo que ella ve, también lo ven mis ojos. Después
de todo, soy su creador. Por eso has venido.
-Sí. Como decía,
necesito...
-Te he dicho que ya lo
se. La memoria de Arca sobre lo que has hecho con Zero.
-Incluso bajo el distorsionador de voz del Golem, el muchacho
escuchó como su interlocutor sonreía. -Tienes suerte. Me caía mal
ese sádico. Era un matón sin escrúpulos, y merece pudrirse en una
fosa de mierda. Puedo ayudarte, “Asesino”. Y lo haré. Ahora
vete. Deja que te muestre la salida...
Allen solo tuvo
tiempo de mirar alrededor durante una fracción de segundo, tiempo
más que suficiente para descubir que la puerta por donde había
llegado ya no estaba. De repente, todas las máquinas se lanzaron de
golpe a por él. El escudo funcionó, manteniendolas alejadas... Un
rato. Después, el joven escuchó como su defensa se quebraba, y uno
de aquellos insectos mecánicos disparó algo. Un dardo... No, una
chispa. Lo último que sintió fue desplomarse, inconsciente.
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